Una mirada sobre las revueltas políticas contemporáneas

Turquía para México hoy es un rincón de esperanza porque su gente ha salido a las calles y han roto la soledad que imponen los regímenes de la simulación democrática. Los que a través de los medios de comunicación promueven la fantasía del bienestar económico en países autoritarios y represivos; marcados por la desigualdad, la concentración de la riqueza, el deterioro indiscriminado del medio ambiente y la eliminación sistemática de los espacios de encuentro y de recreación de lo común.

 

Si bien cada geografía imprime un matiz propio y distinto, no dejan de despertar empatía las imágenes de jóvenes, estudiantes, profesionistas, periodistas y trabajadores que con creatividad y espontaneidad reivindican sus espacios y libertades. Nos vemos en mujeres y hombres que sin experiencia política previa se han organizado para frenar un autoritarismo criminal con intereses económicos rapaces. Sentimos que a pesar de la distancia, su lucha y sus demandas son nuestras porque también soñamos un mundo donde la dignidad humana no esté por debajo del beneficio económico.

 

A pesar del cerco mediático que distorsiona y censura la información en torno a lo que está sucediendo, nos llegan noticias de que en las calles de Turquía se está construyendo una democracia efectiva y auténtica. Esa que nace cuando la gente toma las calles y se reapropia de la política. Cuando reconocemos que el poder no está en las instituciones, los partidos o los puestos, el poder está en la gente. Por eso nada es más subversivo que romper el aislamiento que cercena nuestras sociedades. El gobierno turco no tiembla porque un parque; el poder tiembla, gasea, golpea, detiene y censura porque la gente se ha reconocido y han decidido poner un alto al despojo de lo común.

 

Las lecturas convencionales, las que no entienden la dinámica de la espontaneidad y de la efervescencia, dirán que la lucha turca no tiene futuro, que tanta diversidad carece de rumbo político definido, de demandas u objetivos claros. Que mientras no se constituya una estructura, cualquier logro será efímero. Serán incapaces de ver que el triunfo está en la organización misma, en la capacidad de reunión y de diálogo. En la posibilidad de escuchar posiciones diversas que hasta entonces seguramente permanecían separadas.

 

La victoria de estos movimientos está en romper la comodidad del régimen que se impone a sangre y fuego. Está en recordarnos que más allá del poder que se enuncia en singular está el poder de la creatividad y del arte. Ese que nace entre los distintos para tejer, cuidar y defender lo común. Esas victorias son irreversibles porque enraízan en nuestra memoria y van haciendo historia; son victorias que ni todo el gas de Erdogan podrá borrar.

 

 

Dirán que su convicción no es desinteresada, que su creatividad no es auténtica, que están financiados, manipulados o controlados por otros. Los llamarán ingenuos por no resignarse a la brutalidad reinante. Inventarán y después comprarán a sus supuestos líderes para llamarlos corruptos, para alimentar la mentira de que su dignidad tiene precio.  Como no se rendirán; los golpearán más fuerte, los encarcelarán más tiempo, usarán más y peores gases, mentirán más en los medios, el gobierno simulará que dialoga y traicionará su palabra, vigilarán y censurarán el internet y las redes sociales. Pero nosotros, del otro lado del mundo y en lugar distinto de la misma lucha, seguiremos con ellos. Seguiremos con la convicción de que ganaron cuando empezaron a escucharse y que sólo perderán cuando dejen de hacerlo. Aún entonces, su dignidad habrá dejado una profunda huella.

 

 

Cuando la diversidad toma las calles la incertidumbre es inevitable. Los gobiernos autoritarios que reinan gracias al desapego, fomentan la desconfianza en los movimientos como una estrategia de control y de desarticulación de las protestas. Lo hacen imponiendo la lógica de la violencia y el dogma de que ésta es inherente al poder. Lo hacen cercando nuestras posibilidades, con tanques, chorros de agua y golpes. Responder a la represión sin caer en la violencia que se nos impone es un reto para todos los que vivimos en regímenes autoritarios y que soñamos con formas políticas distintas, donde quepan el amor y la dignidad humanas. Es un reto donde la creatividad, la confianza y la solidaridad juegan un papel, no sólo ético sino estratégico.

No vamos a cambiar al mundo jugando con las mismas reglas, tenemos que cambiar de juego. El carácter lúdico y creativo de las protestas contemporáneas no es accesorio ni casual; es un elemento central, reflejo de que están naciendo formas alternativas de pensar el poder y la política. Formas descentralizadas y dispersas, sin líderes o estructuras definidas, sumamente volátiles y que funcionan más a manera de convocatorias emergentes que de corporaciones.

 

Nos encontramos frente a formas que ocupan directamente los espacios y el territorio con marchas y manifestaciones pero cuya dimensión inmaterial es igual de importante. Por ejemplo en las redes de solidaridad transnacional que se mantienen gracias a las redes sociales. Además de la ocupación física de los espacios y de los encuentros, se está construyendo, en Turquía y otros lugares del mundo, una suerte de semántica alternativa para imaginar y repensar el poder.

 

Turquía es parte de una convulsión global que cuestiona quiénes, cómo y para quién se toman las decisiones políticas. En muchos casos estos movimientos resultan impredecibles porque son en extremo diversos e inaprensibles desde una lógica estática; tanto para los medios de comunicación, que no alcanzan a distinguir una voz o liderazgo único, como para los analistas, que no logran capturar esa diversidad en un discurso homogéneo o coherente.

 

Turquía nos recuerda que podemos ensayar las reglas de un poder plural y diverso, probablemente contradictorio pero no excluyente. Un poder donde quepamos todos. En la resistencia turca se aprecian muestras de ese poder que crudo y honesto nace entre quienes deciden sumar su dignidad.  Para romper la soledad inmovilizante en que nos hunde el autoritarismo, desde cualquier latitud del mundo, vamos tejiendo solidaridad y confianza más allá de las fronteras y más allá de las demandas específicas.  Desde nuestras diferencias, vamos tejiendo la revolución global.

 

Publicado en Alternatif Siyaset (Turquía, 2013) como "Meksika’dan Türkiye: Güncel politik ayaklanmalara bir bakış". Leer

Oaxaca, México. 

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